viernes, 24 de octubre de 2008

CECILIA DELUCIO, TRABAJADORA (porque trabaja) SOCIAL EN GUATEMALA Y ARGENTINA.

DESDE CÓRDOBA A GUATEMALA

“…Duerme, mi pequeño,
que en el país al que vas dormido
escriben la verdad de la historia los vencidos…”

Pensé en esto desde que crucé la lancha que atravesó el Río dulce y mi condición de extranjera. Imaginaba cómo iba a ser escribirles un día desde el otro lado del monitor, si es que existía otro lado después de caminar ese universo de monos y palmeras y niños y locura... Cómo les explico que hay un exilio interior que permanece cada vez que siento temblar el cielo de Guatemala, su aire, su tierra… es un espacio mío al que nadie de acá podrá acceder y eso me envuelve de una sensación muy extraña, de una soledad que no puede completarse, ni podrá…es un lugar inaccesible y tiene que ver con la puerta que me acerca al año más lindo de mi vida, con asomarme y calcular que a esta altura del almanaque, ustedes, ese grupito de “niñas grandes” de Casa Guatemala que termina la escuela, también cruzará la lancha preguntándose qué mundo las espera..

Sé que se los prometí hace tiempo y recién ahora puedo contarles lo que fue volver… hubo un puente mágico y complicado entre un país que amé y otro que me esperaba...en febrero me recibió una Argentina en ebullición, y un marzo con sueños que aterrizaron de Catalunya y que en abril me fueron despertando en Córdoba…mayo y la ilusión desilusionada, un junio S.O.S construyendo otra vida y otras vidas, julio que se llevaba a mi abuela, un agosto que no recuerdo y septiembre desesperado buscando preguntas en las veredas de Buenos Aires.. Hoy parada en este octubre puedo decirles que sí, aunque no lo crean existe otro lado al cruzar el río dulce y esa isla llena de estrellas.. un lugar en el que estoy y una vida que redefino todos los días y en la que me gusta y me cuesta y exijo estar. No quiero entrar en teorías interculturales, pero al fin descubrí que esta cecilia completa habita los dos paisajes –allá y acá- porque no puedo ser sin ellos. O mejor dicho, no quiero ser sin ellos, aunque eso implique vivir regresando a lugares que se fueron y vivir viviendo en lugares de los que me fui.

Ahora les toca a ustedes descubrir el otro lado de ese río. Inventar el mundo, jugar, caer, equivocarse y aprender de nuevo . Armarlo y deshacerlo todas las veces que sea necesario hasta encontrarse con lo que quieren ser. Desde acá las acompaño y sepan que también me enojo mucho, realmente no sirve de nada pero me entretengo; me enojo con la educación privatizada, con el país que las desespera, con los narcos, con la fragilidad que las cubre, con los terremotos y las alternativas esquivas, con las herramientas que no supe darles. Y también me enojo porque no estoy ahí para mirarlas mientras dibujan otro paso en sus vidas.

Pero sé que no puedo pedir nada, yo tuve el privilegio de verlas crecer y de que me enseñaran a crecer. Y solo quería que sepan que entregarme a esto que hoy me tiene acá no significa abandonar Guatemala. Cómo una vez le escribí a Patri, Guatemala ya es mía porque la elegí y no hay avión ni kilometraje que pueda separarme de eso.-

Las quiero y las acompaño aunque no esté. Ce.

“...No temas despertarte,
que la luz que se cuela por el tamiz de tus sueños
alumbra esta noche y limpia el cielo del mundo…”

Ismael Serrano

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